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Educación, Educomunicación, Ego, Empoderamiento, inteligencias múltiples
Artículo sobre el empoderamiento en la Educación 2.0
En la realidad de poder y control oligárquico en la que nos hallamos inmersos, donde la esfera individual se inserta en una gran masa con proyección homogeneizadora, que encarcela los derechos humanos fundamentales, el concepto de empoderamiento se erige como una de las estrategias educativas inexorables para transitar por senderos inexplorados, que permitan el desarrollo y la dignificación de cada vida humana, independientemente de su condición social, económica, cultural y personal.
La sociedad es una arquitectura de egos (identidades) colectivizados, amontonados a semejanza de ‘La Toupie’ de Hans Bellmer, conformando una mente esclavizada en la línea desarrollada por Orwell y Huxley.
De ello podríamos deducir que la cultura es la hipnosis de la población y las instituciones educativas sus divanes y perpetuadores. Ante tal evidencia nos polarizamos en otras corrientes que se remontan a los años 60 del pasado siglo, como por ejemplo la educación popular desarrollada por Paulo Freire, en la que la filosofía del empoderamiento se concibe como “un proceso de reducción de la vulnerabilidad y de incremento de las propias capacidades de los sectores pobres y marginados, que conduce a promover entre ellos un desarrollo humano y sostenible.”
Pero el enfoque que realmente nos resuena con la capacidad del empoderamiento es la que entronca con la Pedagogía crítica y liberadora de Freire, aquella que despierta la conciencia del alumnado y su capacidad de explorar el universo de posibilidades que aguarda en su entorno y más allá del mismo, ya que la única condición sine qua non para ser empoderado es la propia condición humana. En la Pedagogía del Oprimido, Freire diferencia entre aquel tipo de educación bancaria que alimenta el poder oligárquico y la educación liberadora que capacita al alumnado en su propio autogobierno. Las relaciones de poder comunicativo tradicional transmiten la cultura de dominador-dominado, despojando a la población de su propio poder para elegir y de la capacidad crítica que permita un verdadero conocimiento de la realidad circundante.
En ese escenario tradicional-neoliberal, aludiendo a la máxima de Nietzsche, el individuo ya no sólo no se resiste a ser absorbido por el colectivo, sino que además ‘vende su alma a las corporatocracias’ sin ser consciente de ello. Si añadimos que la industria del márquetin ha conseguido suscitar mayor motivación en el campo discente que las propias instituciones educativas, y que el campo docente se limita a desarrollar su profesión emulando los modelos pedagógicos tradicionalistas, en lugar de innovar y adaptarse a las nuevas realidades, podríamos afirmar que la Educación 2.0 es el oxígeno de una atmósfera social asfixiada por los arquetipos culturales dominantes.
Todo proceso educativo 2.0 está impregnado de empoderamiento que, a nuestro entender, privilegia la posibilidad de ser uno mismo y una misma, esto es, descubrir la propia autenticidad y la del colectivo. En palabras de Michel Foucault:
Hay más ideas en la tierra de las que los intelectuales pueden imaginar. Y esas ideas son más poderosas, más fuertes, más resistentes y más apasionadas de lo que piensan los políticos.
Dar rienda suelta a la esencia de cada alumno y alumna, así como de cada profesor y profesora, posibilitaría trascender una realidad encapsulada por una transformadora, policromática, abierta, camaleónica, enriquecida por el valor de cada uno y cada una de los que la conforman. Por eso afirmamos que las mentes surrealistas, las que buscan trascender lo real a partir de la creatividad, son las que diseñan sociedades transformadas y, por ende, empoderadas.
Con el reto de establecer una aproximación al empoderamiento como estrategia transformadora educativa, la visualización del siguiente enlace enmarca el escenario cultural limitador vs. Innovador Creador en el que docente y discente fluctúan.
Observamos que en el vídeo “Empoderamiento y Movilización” se polarizan dos áreas en estado de alta tensión en los que el individuo se halla atrapado; por un lado la tensión emocional que se repliega en la zona de confort y la tensión creativa que se expande hacia la zona de aprendizaje. Ambos escenarios son un reflejo del entorno educativo y, de forma fractálica, de la misma sociedad; esta última actuaría en el papel de aquel sector generador de tensión emocional y mantenedor de la ‘zona de confort’, ante la osadía del individuo de atreverse a ser él mismo o el temor de que la diferencia lo aísle del colectivo estandarizado. Las instituciones educativas podrían (pueden) adquirir el lugar que les corresponde, el de la zona de aprendizaje donde la única tensión establecida es la creativa, aquella que se activa ante la fascinante incertidumbre de cómo florecerá la semilla que cada discente porta en sí.
Como propuesta de integración del empoderamiento en los procesos educativos 2.0, este constructo se contemplaría en la transversalidad y las competencias para la vida (ALV). Si no fuese viable su integración en el currículo formal, formaría parte del currículo oculto que sería visibilizado, debatido y co·creado tanto por el campo docente como por el discente en un proceso educomunicativo Feed-Feed (Roberto Aparici).
En la búsqueda precisa de lo que implica el empoderamiento para abordar su desarrollo en el alumnado, nos encontramos con que no existe una única definición del concepto sino que adquiere su significado en función del contexto en el que es utilizado. Como lo que nos interesa es el re·conocimiento del propio poder del profesorado y alumnado y su dinamización en la interactividad comunicativa, nos aventuramos a hipotetizar los imperdibles (pilares) que estructuran la capacidad de empoderamiento en el proceso educativo 2.0 y, que señalamos a continuación:
El autoconocimiento y la autoestima se trabajarían de forma entrelazada ya que el primero que implica, auto concepto, autoimagen, auto aceptación y auto respeto, modula la segunda, esto es, cuando uno conoce sus potenciales y vulnerabilidades, puede ir encontrando su papel en el mundo, valorarse por ello y adoptar una actitud frente a sí mismo consciente y optimizadora. En ambos ‘imperdibles’ la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner sería un buen inicio tal como se presenta en el siguiente enlace, donde las rúbricas co·creadas se proponen para una valoración del proceso y a las que se podría añadir un análisis DAFO.
La autodisciplina y el autogobierno son competencias que requieren actitudes cognoscitivas, como la consciencia, la observación, el pensamiento crítico, la curiosidad intelectual, la imaginación…; volitivas, como la tenacidad, la capacidad de decisión, la tolerancia a la frustración…; flexibilidad, fluidez (flowing), originalidad, viabilidad de los retos planteados, etc. Todo ello podría trabajarse a partir del uso de las TRIC y los PLE, ya que generan un entorno que propicia el aprendizaje auto gestionado, ubicuo, adaptado a
la realidad discente, líquido, formal-informal-no formal (edupunk), convirtiéndolo en un aprendizaje significativo y contextualizado a las realidades de los destinatarios.
En la autodisciplina el individuo se auto descubre afrontando retos, obstáculos internos (pereza, dispersión, incertidumbre, prácticas virtuales de ociosidad y procastinación, auto exigencias desmedidas, hiperenergía desaprovechada…) y externos (analfabetismo digital, infoxicación, infobasura…), como gestor de su propio proceso de empoderamiento donde el docente actúa de facilitador, curador de contenidos, dinamizador y guía señalando hacia dónde observar, sin desvelar lo observado. En la superación óptima de los retos presentados, y su correspondiente aumento de recursos disponibles para futuras situaciones enigmáticas, es donde se desarrolla la verdadera creatividad discente (trascendiendo el significado reduccionista de meras capacidades artísticas).
La creatividad que, en palabras de Osho (2011), “es la mayor rebelión que hay en la existencia. Si quieres crear tienes que liberarte de todos los condicionamientos. De lo contrario estarás dentro de las masas y vivirás de una forma mecánica”, se puede estimular a partir del empleo de gamificaciones, de proponer actividades de investigación en la red que fomenten las serendipias y sean compiladas en aplicaciones de curación de contenidos (Scoop.it), blogs de aprendizaje discente personalizado que, a su vez, formen parte de una wiki-pachwork-colaborativa. Las serendipias contendrían ese componente motivacional, sorpresivo, excepcional que reforzaría el otro ‘imperdible’ de la capacidad de empoderamiento, la autoconfianza.
La alfabetización digital, el conocimiento en constante actualización del mundo virtual y recursos como los CMS, apps como Laterbox (herramienta que reduce las posibilidades de procastinación) y la adquisición de buenas prácticas en redes sociales (que no se produzca una desvinculación con la realidad), se presentan como tareas potenciadoras de la autoconfianza discente en el sentido que ya no es un sujeto pasivo del aprendizaje sino el centro de su propio proceso, del cual se responsabiliza y participa de su diseño y valoración.
La autorrealización como ‘imperdible’ del empoderamiento, se encuentra reticularizada con el resto de procesos, desde un enfoque sumativo y también formativo. Con ello nos referimos a que los logros obtenidos no implican la consecución final del proceso de aprendizaje sino la constatación, la valoración de que las acciones emprendidas por el mandala educativo 2.0 (participantes, procesos, recursos, materiales) está viabilizando el desarrollo del potencial discente y docente. Es un fluir sincrónico y diacrónico constante, en todos los contextos vitales del individuo que requiere de una simetría y mantenimiento de los siete ‘imperdibles’ como si de constantes vitales estuviésemos hablando (homeostasis).
El mantenimiento preventivo y paliativo de este esquema de empoderamiento es la clave de la libertad, la brújula creada por uno mismo y una misma para transitar nuevos senderos; “el creador no puede seguir un camino ya recorrido, tiene que buscar y encontrar su propio camino en las junglas de la vida (nosotros añadiríamos las junglas virtuales y las presenciales). Tiene que ir solo (en esencia sí pero en evolución, siempre interactuando con otros nodos), tiene que marginarse de la psicología de masas, de la psicología colectiva.” (Sólo así podrá crear la psicología de la transformación, aquella que se empodera con la autenticidad y creatividad de cada integrante, donde el ‘Todo es mayor que la suma de sus partes’).
Guiar al alumnado en la consciencia de su progreso académico, valorado en función de su capacidad para aplicar lo aprendido a la vida real resolviendo problemas en contextos determinados es, a nuestro entender autorrealización. La competencia resolutiva adquirida en entornos de aprendizaje y proyectados en escenarios vitales es el reto de las instituciones educativas. Lo relevante es lo que consigue realizar con lo que se sabe (F.J. Fernández Franco) y hacerlo consciente, para ello, es preciso crear herramientas de reflexión y observación naturalista individual y colaborativa que puedan ir reconstruyéndose a medida que se avanza. Plasmarlo en contextos cotidianos discentes como lo es el ciberespacio, fomenta la emoción y motivación por el aprendizaje marcando el ritmo de sus acciones, tal como el Dr. Antonio Damasio ha demostrado.
Sintonizar la educomunicación entre docente y discente es transitar y explorar los mismos escenarios descubriendo realidades distintas; es una dialéctica compartida de complicidad y confianza, donde ambos, aplicando los siete ‘imperdibles’, se atreven a explorar nuevas zonas de aprendizaje, internas y externas, resignificando pedagogías y diseñando nuevas arquitecturas del pensamiento y sociales, en la aceptación de que la realidad siempre está en proceso de reconstrucción.
Aprender a vivir en el gerundio empodera el presente y, ante el lenguaje limitador cultural -cuando te digan que tú no puedes-, la Educación 2.0 ofrece los recursos necesarios para responder empoderadamente con un ‘mira cómo lo hago’.
Y es que, en definitiva, en palabras de Fernández Franco:
“La cuestión no es qué puede hacer la educación por mí, sino al revés; qué puedo hacer yo por la educación. Porque la educación nos permite regenerar la sociedad de sus lacras. Porque la sociedad sin el fermento de la educación nunca logrará salir de sus vicios y rutinas nefastas. Es nuestra ancla de salvación.”
La transformación devendrá al izar las velas, levar las anclas y comenzar a navegar… Y, aunque pueda parecerlo, no, no son delirios Dalinianos sino la creencia expansiva de una única bandera, tejida con la heterogeneidad de nuestros pensamientos.