Mentes surrealistas,sociedades transformadas

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Artículo sobre el empoderamiento en la Educación 2.0

 

En la realidad de poder y control oligárquico en la que nos hallamos inmersos, donde la esfera individual se inserta en una gran masa con proyección homogeneizadora, que encarcela los derechos humanos fundamentales, el concepto de empoderamiento se erige como una de las estrategias educativas inexorables para transitar por senderos inexplorados, que permitan el desarrollo y la dignificación de cada vida humana, independientemente de su condición social, económica, cultural y personal.

La sociedad es una arquitectura de egos (identidades) colectivizados, amontonados a semejanza de ‘La Toupie’ de Hans Bellmer, conformando una mente esclavizada en la línea desarrollada por Orwell y Huxley.

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‘La Toupie’ de Hans Bellmer 

De ello podríamos deducir que la cultura es la hipnosis de la población y las instituciones educativas sus divanes y perpetuadores. Ante tal evidencia nos polarizamos en otras corrientes que se remontan a los años 60 del pasado siglo, como por ejemplo la educación popular desarrollada por Paulo Freire, en la que la filosofía del empoderamiento se concibe como “un proceso de reducción de la vulnerabilidad y de incremento de las propias capacidades de los sectores pobres y marginados, que conduce a promover entre ellos un desarrollo humano y sostenible.”

Pero el enfoque que realmente nos resuena con la capacidad del empoderamiento es la que entronca con la Pedagogía crítica y liberadora de Freire, aquella que despierta la conciencia del alumnado y su capacidad de explorar el universo de posibilidades que aguarda en su entorno y más allá del mismo, ya que la única condición sine qua non para ser empoderado es la propia condición humana. En la Pedagogía del Oprimido, Freire diferencia entre aquel tipo de educación bancaria que alimenta el poder oligárquico y la educación liberadora que capacita al alumnado en su propio autogobierno. Las relaciones de poder comunicativo tradicional transmiten la cultura de dominador-dominado, despojando a la población de su propio poder para elegir y de la capacidad crítica que permita un verdadero conocimiento de la realidad circundante.

En ese escenario tradicional-neoliberal, aludiendo a la máxima de Nietzsche, el individuo ya no sólo no se resiste a ser absorbido por el colectivo, sino que además ‘vende su alma a las corporatocracias’ sin ser consciente de ello. Si añadimos que la industria del márquetin ha conseguido suscitar mayor motivación en el campo discente que las propias instituciones educativas, y que el campo docente se limita a desarrollar su profesión emulando los modelos pedagógicos tradicionalistas, en lugar de innovar y adaptarse a las nuevas realidades, podríamos afirmar que la Educación 2.0 es el oxígeno de una atmósfera social asfixiada por los arquetipos culturales dominantes.

Todo proceso educativo 2.0 está impregnado de empoderamiento que, a nuestro entender, privilegia la posibilidad de ser uno mismo y una misma, esto es, descubrir la propia autenticidad y la del colectivo. En palabras de Michel Foucault:

Hay más ideas en la tierra de las que los intelectuales pueden imaginar. Y esas ideas son más poderosas, más fuertes, más resistentes y más apasionadas de lo que piensan los políticos.

Dar rienda suelta a la esencia de cada alumno y alumna, así como de cada profesor y profesora, posibilitaría trascender una realidad encapsulada por una transformadora, policromática, abierta, camaleónica, enriquecida por el valor de cada uno y cada una de los que la conforman. Por eso afirmamos que las mentes surrealistas, las que buscan trascender lo real a partir de la creatividad, son las que diseñan sociedades transformadas y, por ende, empoderadas.

Con el reto de establecer una aproximación al empoderamiento como estrategia transformadora educativa, la visualización del siguiente enlace enmarca el escenario cultural limitador vs. Innovador Creador en el que docente y discente fluctúan.

Observamos que en el vídeo “Empoderamiento y Movilización” se polarizan dos áreas en estado de alta tensión en los que el individuo se halla atrapado; por un lado la tensión emocional que se repliega en la zona de confort y la tensión creativa que se expande hacia la zona de aprendizaje. Ambos escenarios son un reflejo del entorno educativo y, de forma fractálica, de la misma sociedad; esta última actuaría en el papel de aquel sector generador de tensión emocional y mantenedor de la ‘zona de confort’, ante la osadía del individuo de atreverse a ser él mismo o el temor de que la diferencia lo aísle del colectivo estandarizado. Las instituciones educativas podrían (pueden) adquirir el lugar que les corresponde, el de la zona de aprendizaje donde la única tensión establecida es la creativa, aquella que se activa ante la fascinante incertidumbre de cómo florecerá la semilla que cada discente porta en sí.

Como propuesta de integración del empoderamiento en los procesos educativos 2.0, este constructo se contemplaría en la transversalidad y las competencias para la vida (ALV). Si no fuese viable su integración en el currículo formal, formaría parte del currículo oculto que sería visibilizado, debatido y co·creado tanto por el campo docente como por el discente en un proceso educomunicativo Feed-Feed (Roberto Aparici).

En la búsqueda precisa de lo que implica el empoderamiento para abordar su desarrollo en el alumnado, nos encontramos con que no existe una única definición del concepto sino que adquiere su significado en función del contexto en el que es utilizado. Como lo que nos interesa es el re·conocimiento del propio poder del profesorado y alumnado y su dinamización en la interactividad comunicativa, nos aventuramos a hipotetizar los imperdibles (pilares) que estructuran la capacidad de empoderamiento en el proceso educativo 2.0 y, que señalamos a continuación:

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‘Los 7 imperdibles del empoderamiento’                                               por Patricia C. MaZZuCChelli

El autoconocimiento y la autoestima se trabajarían de forma entrelazada ya que el primero que implica, auto concepto, autoimagen, auto aceptación y auto respeto, modula la segunda, esto es, cuando uno conoce sus potenciales y vulnerabilidades, puede ir encontrando su papel en el mundo, valorarse por ello y adoptar una actitud frente a sí mismo consciente y optimizadora. En ambos ‘imperdibles’ la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner sería un buen inicio tal como se presenta en el siguiente enlace, donde las rúbricas co·creadas se proponen para una valoración del proceso y a las que se podría añadir un análisis DAFO.

La autodisciplina y el autogobierno son competencias que requieren actitudes cognoscitivas, como la consciencia, la observación, el pensamiento crítico, la curiosidad intelectual, la imaginación…; volitivas, como la tenacidad, la capacidad de decisión, la tolerancia a la frustración…; flexibilidad, fluidez (flowing), originalidad, viabilidad de los retos planteados, etc. Todo ello podría trabajarse a partir del uso de las TRIC y los PLE, ya que generan un entorno que propicia el aprendizaje auto gestionado, ubicuo, adaptado a

la realidad discente, líquido, formal-informal-no formal (edupunk), convirtiéndolo en un aprendizaje significativo y contextualizado a las realidades de los destinatarios.

En la autodisciplina el individuo se auto descubre afrontando retos, obstáculos internos (pereza, dispersión, incertidumbre, prácticas virtuales de ociosidad y procastinación, auto exigencias desmedidas, hiperenergía desaprovechada…) y externos (analfabetismo digital, infoxicación, infobasura…), como gestor de su propio proceso de empoderamiento donde el docente actúa de facilitador, curador de contenidos, dinamizador y guía señalando hacia dónde observar, sin desvelar lo observado. En la superación óptima de los retos presentados, y su correspondiente aumento de recursos disponibles para futuras situaciones enigmáticas, es donde se desarrolla la verdadera creatividad discente (trascendiendo el significado reduccionista de meras capacidades artísticas).

La creatividad que, en palabras de Osho (2011), “es la mayor rebelión que hay en la existencia. Si quieres crear tienes que liberarte de todos los condicionamientos. De lo contrario estarás dentro de las masas y vivirás de una forma mecánica”, se puede estimular a partir del empleo de gamificaciones, de proponer actividades de investigación en la red que fomenten las serendipias y sean compiladas en aplicaciones de curación de contenidos (Scoop.it), blogs de aprendizaje discente personalizado que, a su vez, formen parte de una wiki-pachwork-colaborativa. Las serendipias contendrían ese componente motivacional, sorpresivo, excepcional que reforzaría el otro ‘imperdible’ de la capacidad de empoderamiento, la autoconfianza.

La alfabetización digital, el conocimiento en constante actualización del mundo virtual y recursos como los CMS, apps como Laterbox (herramienta que reduce las posibilidades de procastinación) y la adquisición de buenas prácticas en redes sociales (que no se produzca una desvinculación con la realidad), se presentan como tareas potenciadoras de la autoconfianza discente en el sentido que ya no es un sujeto pasivo del aprendizaje sino el centro de su propio proceso, del cual se responsabiliza y participa de su diseño y valoración.

La autorrealización como ‘imperdible’ del empoderamiento, se encuentra reticularizada con el resto de procesos, desde un enfoque sumativo y también formativo. Con ello nos referimos a que los logros obtenidos no implican la consecución final del proceso de aprendizaje sino la constatación, la valoración de que las acciones emprendidas por el mandala educativo 2.0 (participantes, procesos, recursos, materiales) está viabilizando el desarrollo del potencial discente y docente. Es un fluir sincrónico y diacrónico constante, en todos los contextos vitales del individuo que requiere de una simetría y mantenimiento de los siete ‘imperdibles’ como si de constantes vitales estuviésemos hablando (homeostasis).

El mantenimiento preventivo y paliativo de este esquema de empoderamiento es la clave de la libertad, la brújula creada por uno mismo y una misma para transitar nuevos senderos; “el creador no puede seguir un camino ya recorrido, tiene que buscar y encontrar su propio camino en las junglas de la vida (nosotros añadiríamos las junglas virtuales y las presenciales). Tiene que ir solo (en esencia sí pero en evolución, siempre interactuando con otros nodos), tiene que marginarse de la psicología de masas, de la psicología colectiva.” (Sólo así podrá crear la psicología de la transformación, aquella que se empodera con la autenticidad y creatividad de cada integrante, donde el ‘Todo es mayor que la suma de sus partes’).

Guiar al alumnado en la consciencia de su progreso académico, valorado en función de su capacidad para aplicar lo aprendido a la vida real resolviendo problemas en contextos determinados es, a nuestro entender autorrealización. La competencia resolutiva adquirida en entornos de aprendizaje y proyectados en escenarios vitales es el reto de las instituciones educativas. Lo relevante es lo que consigue realizar con lo que se sabe (F.J. Fernández Franco) y hacerlo consciente, para ello, es preciso crear herramientas de reflexión y observación naturalista individual y colaborativa que puedan ir reconstruyéndose a medida que se avanza. Plasmarlo en contextos cotidianos discentes como lo es el ciberespacio, fomenta la emoción y motivación por el aprendizaje marcando el ritmo de sus acciones, tal como el Dr. Antonio Damasio ha demostrado.

Sintonizar la educomunicación entre docente y discente es transitar y explorar los mismos escenarios descubriendo realidades distintas; es una dialéctica compartida de complicidad y confianza, donde ambos, aplicando los siete ‘imperdibles’, se atreven a explorar nuevas zonas de aprendizaje, internas y externas, resignificando pedagogías y diseñando nuevas arquitecturas del pensamiento y sociales, en la aceptación de que la realidad siempre está en proceso de reconstrucción.

Aprender a vivir en el gerundio empodera el presente y, ante el lenguaje limitador cultural -cuando te digan que tú no puedes-, la Educación 2.0 ofrece los recursos necesarios para responder empoderadamente con un ‘mira cómo lo hago’.

Y es que, en definitiva, en palabras de Fernández Franco:

“La cuestión no es qué puede hacer la educación por mí, sino al revés; qué puedo hacer yo por la educación. Porque la educación nos permite regenerar la sociedad de sus lacras. Porque la sociedad sin el fermento de la educación nunca logrará salir de sus vicios y rutinas nefastas. Es nuestra ancla de salvación.”

La transformación devendrá al izar las velas, levar las anclas y comenzar a navegar… Y, aunque pueda parecerlo, no, no son delirios Dalinianos sino la creencia expansiva de una única bandera, tejida con la heterogeneidad de nuestros pensamientos.

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‘El seductor’ de René Magritte

Llegó con su propia melodía…

El egsencialismo es un aprendizaje consciente del propio ser y estar en el mundo.Toma prestado el pentagrama de dos corrientes filosóficas, el existencialismo, entendido como el mundo de las formas (hemisferio cerebral izquierdo) y el esencialismo, como el trasfondo, el mundo sutil de dichas formas (hemisferio cerebral derecho).

El esencialismo contempla y valora las cosas con sus formas no por lo que aparentan ser (en el egsencialismo es el ego), sino por lo que se cree y se intuye que son en el fondo (en el egsencialismo es la esencia). Y en ese fondo es donde la esencia de las personas fluye; emerge su naturaleza, si el ego lo posibilita.

En conceptos más concretos, imaginemos que un niño o una niña nace con una naturaleza (predisposición) dotada para los instrumentos de viento tales como la flauta, el saxofón o el clarinete y, su entorno (enculturación) le facilita y/o le impone un instrumento de cuerda como el violín.¿Qué sucede como realidad educativa de partida? Pues que ese ser llegó con su propia melodía (esencia), pero alguien insistió en cambiarle la partitura (ego).

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El egsencialismo no propone una mirada reduccionista respecto a las posibilidades de desarrollo infantil y sus sucesivas etapas vitales, sino de acompañamiento, con respeto y fascinación, en el descubrimiento de las esencias y potencias no sólo del alumnado, sino también del profesorado y participantes de los procesos educativos.

Se trata de una visión slow·flow·now de la educación, como una sucesión de procesos acaecidos en 360º, es decir, en la consideración holística del aprendiz respecto a sí mismo y a su entorno inmediato, en un espacio-tiempo determinado.

El aprendizaje es un arte, como la música, un proceso slow que requiere consciencia (melodía), espacio (armonía) y tiempo (ritmo) para estructurar, de forma sensible (emoción) y lógica (cognición), una combinación coherente de estímulos y respuestas.

Como la motivación favorece el aprendizaje, éste se concibe también como un estado de flow (Teoría del Flow o Experiencia Óptima de Mihály Csíkszentmihályi) en el que ego y esencia cooperan para el desarrollo y adquisición de competencias, en la búsqueda de la propia cadencia («Una parte de un concierto, escrita o improvisada, donde un intérprete musical puede mostrar su virtuosismo en el instrumento solista»), en el aquí el ahora (now).

¿Qué se entiende como aprendizaje en clave de flow·slow·now? Es una concatenación de experiencias integradas y conectadas con el potencial personal ‘intra’ (posibilidades bio·psicológicas)  e ‘inter’ (posibilidades bio·socioculturales) que presenta las siguientes notas definitorias (en constante proceso de afinación):

  1. La actividad se realiza con entusiasmo por lo que la sensación de esfuerzo pasa casi inadvertida o a un segundo plano.(flow)
  2. Si el objetivo es deseable, la actividad es realizable, por tanto, alcanzable.
  3. La concentración es posible (conexión con el momento: now).
  4. El tiempo es relativo (respeto del ritmo: slow).
  5. Se genera sensación de autonomía y autocontrol respecto al trabajo (responsabilidad del propio proceso).
  6. Se llega al mismo objetivo por distintos caminos (aceptar la heterogeneidad y la inclusión).
  7. La retroalimentación, alimenta (optimiza), no indigesta (exigencias) ni quita el apetito (comparaciones que infravaloran).
  8. Desaparece la preocupación; lo importante es ocuparse de aprender siendo y no compitiendo (la única competición es el afán de autosuperación).

Para poder desarrollar una pedagogía egsencialista es preciso estar dispuesto a convertir el aula en una sala de audición, en la que cada instrumento e instrumentista pueda hacer sonar su melodía y la integre en la sinfonía del grupo (del ‘ego’ al ‘eco’).

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Imagen de Alexey Bednij

Semejante reto sólo puede ser afrontado por profesionales y agentes del ámbito educativo dispuestos a aceptar que su instrumento no resuene por encima de los demás, ya que, como se le atribuye a Rabindranath Tagore:

El bosque sería muy triste

si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen.

রবীন্দ্রনাথ ঠাকুর

 

 

Poder y Control en la sociedad ilusionista

En el post «Escultores de la infancia» introducía una percepción sobre la realidad de la niñez, la cual es calzada con zapatos de industrias capitalistas, cuyo objetivo es crear y hacer creer para vender y no para crecer. Con ello me refiero a cómo se va construyendo el ego de cada ser, en un proceso de enculturación más inconsciente que consciente.

Nos encontramos ante una cultura ego·dominante que nos engulle, nos clona, nos homogeneiza, en la que cualquier persona llegará a ser un producto y objeto social antes que sí misma. Es la cultura de lo que se espera de un@ (lo que encaja, al estilo del hemisferio cerebral izquierdo), más que de lo que a un@ le fluye (la creatividad de ser, en consonancia con el hemisferio derecho); esto es, la esencia supeditada al ego.

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Imagen de Igor Morski

Nuestra sociedad controlada y manipulada se asegura la supervivencia de su especie premiando la ego·enculturación en detrimento de la heterogeneidad existencial.A modo de darwinismo social, la cultura dominante premia, estimula, promociona a todo aquel que perpetúa sus tradiciones y excluye, de forma más o menos sutil, al que pretende caminar de otra forma, también señalado por el resto del colectivo.

¿El párrafo anterior podría referirse a la personalidad de muchos centros educativos de nuestro país? Si no fuera así, ¿por qué se habla de pedagogías alternativas y no complementarias? Porque hay una política educativa dominante que excluye otras formas por desmarcarse de su propia idiosincrasia.

Lo que difiere de lo propio no es un error, sino la oportunidad de crear una realidad tan plástica como la neurociencia está demostrando respecto al funcionamiento neuronal del ser humano. Si la educación transita por senderos de hemisferio izquierdo (competencia lingüística, matemática…), por senderos de hemisferio derecho (competencia digital,creatividad al servicio de la competencia tecnológica, de iniciatova,etc.) e incluso por senderos intermedios (competencia comunicativa, social, cívica…), ¿a qué debemos la incoherencia de contemplar al alumnado desde un pensamiento rígido, fosilizado en lugar de plástico y mutable?

Es en la familia y paralelamente en la escuela, donde se inicia al alumnado en los mecanismos de enculturación, poder y control.

Si la educación es un «arma de construcción masiva», ¿no deberíamos arrojar consciencia en toda la comunidad educativa (alumnado y sus familias,entornos cívicos, profesorado y gestores educativos) de la «esclavitud de pensamiento» en la que se encuentra inmersa?

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Imagen de Igor Morski

Quizás la consciencia pueda dar un primer paso, si tenemos presente que la libertad no es poder escoger entre opciones predeterminadas (realidades impuestas), sino reflexionar en cómo generar una ampliación diversificada de realidades más afines a su egsencia. En palabras de Sören Aabye Kierkegaard:

La gente exige la libertad de expresión como una compensación por la libertad de pensamiento, que rara vez utilizan.

¿Sería posible la libertad de pensamiento en una sociedad ilusionista como la nuestra? ¿Se podría educar en la libertad de ser, es decir, la creación de un ego al servicio de la propia esencia, en el empoderamiento de un@ a un@, hasta llegar a un colectivo más consciente que cosificado?

A través de Orwell y Huxley asistimos a dos mecanismos manipuladores de diversa naturaleza e idéntico factor común: el poder y el control sobre la sociedad. Por un frente, la población se vería atacada por la represión, la opresión, la destrucción y la coacción (Orwell) y, por el otro, corrompiendo la idea transgresora y liberadora, la sociedad sería envuelta en nubes edulcoradas de perversos placeres (Huxley); perversos porque el exceso conduce al defecto.

Pero, ¿quién ejerce el poder y el control? ¿Hablamos de grandes corporaciones, gobiernos, oligarquías, mass-media…? En palabras de Foucault:

El poder es cualquier tipo de relación en la que uno intenta dirigir la conducta del otro. Estas relaciones son móviles, inestables, sujetas a modificación. Cuando quedan bloqueadas y fijadas impidiéndose la reversibilidad que las caracteriza, nos encontramos con un estado de dominación.

Ante tal realidad social de luces y sombras, el entorno presencial (offline) y virtual (online), puede erigirse como una red perpetuadora de estructuras oligárquicas o como una red de motivación ideológica que posibilite los principios aludidos en la “Declaración de la Independencia del Ciberespacio” de Barlow.

Una vez escuché que las personas incorporamos dos tipos de educación, una la que recibes y otra la que te procuras. ¿Dónde se aprende la segunda?

El egsencialismo, como paradigma educativo, propone una mirada ecléctica e integradora de ego/esencia, hemisferio izquierdo/derecho, donde las polaridades convergen, interactúan, se descubren y se comunican conscientemente.

Es una pedagogía de la sostenibilidad, de la optimización del aprendizaje, del descubrimiento, del autogobierno de todos sus participantes, donde el ilusionismo cultural deviene en consciencia existencial, pues no hay mejor contraoferta ante la vulneración de las obligaciones y derechos fundamentales que una sociedad dueña de sí misma.

Escultores de la infancia

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Cuando era niña tenía los pies planos y mi madre, por prescripción profesional, decidió encargarme unas plantillas que, por aquellos años, sólo encajaban en ciertos modelos de zapatos que desafiaban los límites de lo considerado aceptablemente estético. Eso hizo que, ante la mirada bufona de ciertos niñ@s,tuviese la autoestima y, por extensión, el ego, por los pies.

Unos años después, las tediosas plantillas trascendieron a sugerencias profesionales de pases por quirófano para «enderezar» ese caminar.Creo que me salvó el hecho de que a mi madre le asustó que, tras la intervención, tuviese que volver a aprender a andar. Pero, ¿realmente creían que, con esas plantillas, yo de verdad había podido experimentar mi propio caminar?

Más allá de la anécdota, cargada de cierto simbolismo, de cómo durante años intentaron moldear mis pies que acababan doloridos, día tras día, probablemente porque no atinaron a encontrar la horma de mi calzado; la experiencia debió marcarme pues de aquella época podológica derivó, años más tarde, la pedagógica.

Tras años de formación y observación reflexiva y crítica como pedagoga, en constante espiral de aprendizaje, me reafirmo en que funcionamos mayoritariamente con nuestro  lado racional (hemisferio izquierdo), pese a que nuestra estructura es complementariamente bicéfala, de forma que principalmente nos guiamos por prejuicios perceptivos que nos aprisionan en los límites de la cultura dominante.

Durante la infancia calzamos a «nuestr@s» niñ@s (moldeamos) con zapatos (esquemas mentales y emocionales) diseñados por industrias de idiosincrasia capitalista (crear para vender no para crecer), sin ser conscientes que lo que se hizo con amor se acabará convirtiendo en un producto (una proyección de lo que el padre o madre quiso llegar a ser pero no pudo; o de lo estipulado y aceptado socialmente respecto los estereotipos; en cualquier caso, cualquier persona que no será ella misma). Sería la narrativa de Pinocho pero al revés, de carne y hueso a madera, infancia que viene al mundo con su esencia y pureza (naturalizar) que, con el tiempo, va perdiendo la conexión y la fascinación por la vida, por ser encajados en hormas que no le corresponden (desnaturalizar).

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El egsencialismo hace consciente y enfrenta esa realidad homogeneizadora. Es un paradigma pedagógico transgresor de estructuras rígidas, cuyo objetivo es arrojar luz sobre el ego y sobre la esencia; entendido el ego como el rol que la familia y la sociedad impone, consciente e inconscientemente, es decir, las expectativas generadas en las personas sin respetar su libertad, su naturaleza inherente y su potencial, esto es, su esencia.

Vamos a ver cómo anda tu egsencia…Para ello, voy a lanzar unas preguntas, a ver qué se mueve dentro de ti:

¿Qué características hay en ti, adquiridas de otras personas de tu entorno más próximo? (P.ej. Si eres una persona miedosa, ¿crees que lo eres porque… ¿Inconscientemente aprendiste a serlo de alguien cercano…? ; ¿…A raíz de un suceso concreto, se disparó esa emoción y al no gestionarla de forma consciente se sobredimensionó…; ¿…Naciste con esa emoción potenciada…?)

¿Qué características hay en ti que difícilmente podrías identificar en personas allegadas a ti? (P.ej. Si eres una persona más introvertida que todos/as los/as integrantes de tu entorno junto.)

¿Con qué te percibes, sientes incómodo/a? Es decir, ¿cuántas cosas haces porque es lo que se espera de ti más que porque te sale de dentro hacerlo?

La infancia (información+arrogancia) acaba resultando una etapa donde la arrogancia cultural, por transmisión, informa de quién y cómo debes ser (ego), en lugar de acompañar en el descubrimiento y la consciencia de quién y cómo eres en realidad (esencia).

Y así es cómo nos convertimos en esculturas petrificadas y moldeadas por otr@s que, poco a poco, nos vamos desecando, acartonándonos, alejándonos cada vez más de nuestra capacidad de mutabilidad. Así es como hemos construido nuestros egos cristalizados que, ante una caída nos hacemos pedazos, pedazos de importancia personal («no he conseguido ser lo que creí que debía ser»).

¡Cómo nos cuesta cambiar inercias que destruyen nuestras esencias! Por eso, el egsencialismo promulga una educación (profesorado, alumnado, familias y sociedad) de estructura ni vertical ni horizontal, sino mandálica, donde tod@s somos nuestr@s propi@s escultor@s, explorador@s que descubren en qué técnica/s sobresalen y eligen cuál desarrollar (el ego es un medio para ser lo que la esencia anima) para realizar en consonancia, sus propias creaciones.

Creer es crear y crear permite re·crear,a través del ego, la propia esencia, que sencillamente es, la alegría de SER. Ha llegado el momento de analizar si nuestra forma de estar en el mundo (ego), nos satisface y nos deja en paz con nosotr@s mism@s (esencia).

¿Sientes plenitud y alegría de vivir en TI?

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Desconozco la autoría de esta imagen.La tomo prestada hasta que alguien me ofrezca sólidos argumentos para que deje de ser una imagen Creative Commons. Gracias.